Fui un tiempo
fiel compañera de la noche y de sus letras y letreros.
Muchas luciérnagas
que terminaron por hacerme olvidar
el placer que suponía un café con leche con cruasanes de
Amparín.
Y sin elegirlo o eligiéndolo,
aprendí que cuando me da el sol no debo cerrar los ojos y
fruncir el ceño:
se pueden sentir los rayos y seguir con tu mañana.
Que el Mediterráneo tiene mil y una plantas que no solo dan
alergia,
y que las abejas van a salvar el mundo.
De repente, un equipo que no sabe si aprende música o conciencia
y cuyas puertas hablan sonríe
Y sin elegirlo
o eligiendolo,
das la vuelta de 180º al colchón
lloras en mitad de los semáforos
y desayunas en otros bares.
Todos tenemos miedos,
y nadie contesta.
Que la vida ens done un camí ben llarg,
lleno de desayunos
juntos.