dilluns, 19 de setembre del 2011

Domingo

Puedo imaginarte ahí sentada, sola, con tu vestido color lavanda... El pelo recogido y sin probar la tarta, seguramente tamborileando con tus uñas sobre el mantel blanco de lino, como sueles hacer cuando te sientes realmente hundida. Puede que incluso mirándote las uñas y pensando: ¡Dios! Tenía que haber parado todo este malvado complot para hacerme la manicura, pero ¡ya es tarde! De pronto una canción familiar...y...  te levantas de la silla con un movimiento exquisito, preguntándote, buscando, husmeando el aire como un ciervo moteado.
Y entonces, de repente... la multitud se aparta...



Él tenía su Jules y yo tengo la mía.

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