dijous, 22 de desembre del 2011

Quis custodiet ipsos custodes?

            Pese a que la obra fue escrita hace treinta años, podría ser perfectamente actual. Bajo mi punto de vista, la sociedad de hoy en día se encuentra en una situación parecida a la que leemos en el cómic. Dada la crisis económica y social que vivimos internacionalmente, ya es poca la gente que cree en la autoridad como símbolo de seguridad. Muchos son los valientes que se han atrevido a venderse como una especie de superhéroes, como Barack Obama, Zapatero (o, si todo sigue como parece, Rajoy) entre otros. Pese a haber recibido apoyo masivo, no han cumplido con las expectativas prometidas. Esto ha contribuido a la incredulidad hacia los mismos y a la desilusión social. Cada vez más, los seres humanos nos reafirmamos en nuestra individualidad, en el creer en nosotros mismos como seres válidos y dueños de nuestras vidas desprestigiando, así, a las figuras que representan a la autoridad. ¡Y ya era hora! Esta vez no nos acecha una Guerra Fría, no es a la violencia a quien tememos, sino al desamparo, al abandono, a la pobreza y a sentirnos títeres manejados con hilos por nuestros superiores, como decía el Dr. Manhattan.

Who watches the watchmen?

dimecres, 21 de desembre del 2011

?

Prefiero llamarlas casualidades, me parece que suena menos místico. En las casualidades no se cree ni se deja de creer, a veces pasan y ya está.
Las coincidencias hacen pensar en una voluntad misteriosa que las provoca. Pero yo no creo en voluntades misteriosas ni en el destino.
A veces, lo reconozco, se producen varias casualidades seguidas, aunque casi siempre detrás hay algo parecido a cuando ves muchas mujeres embarazadas porque estás embarazada, o muchas piernas escayoladas si estás escayolado: algo hace que tu atención se dirija preferentemente a unas zonas de la existencia y descarte otras.

diumenge, 18 de desembre del 2011

la quiero a morir

Yo la encontré hace tiempo. 
En cuanto a vosotros... puedo ayudaros a encontrarla. Se esconde tras unos ojos muy abiertos. A veces los tapa una melena eterna, pero (cuando se vuelve loca) otras, una melenita cortísima se escapa de detrás de sus orejas. 
La podéis encontrar desquiciada entre calculadoras, números y fórmulas, pero también entre leyes, decretos y casos irresolubles. O entre la propia vida. 
Puede que la encontréis comiendo oreo o tosta-rica, o tal vez bebiendo coca-cola. A veces ralla las esquinas de los papeles con colorines. Y os contaré que, desde no hace mucho, tiene una varita peligrosa adquirida en Ollivanders en su poder. Puede que también la veáis tumbada en el sofá, aunque últimamente abunden los momentos over-my-head, el senderismo en pleno agosto y las inauguraciones de nuevas eras. Si de verdad indagáis, buscad un pendiente minúsculo en su oreja, y lo que eso significa.

Os escuchará hablar de poesía, de París. Os advierto que las decisiones frente a un armario la pueden alterar peligrosamente, igual que cuando se trata de elegir entre Phoebe y Joey. Lo que está claro es que la encontraréis todos los días del año, en todos los sitios. Puede que la encontréis en un interraíl infinito. 

Tened las orejas bien abiertas, suele estar en silencio, esperando. 

Es difícil llegar, pero si la encontráis, invitadla a muffins o a pizza barbacoa. Queredla (yo creo que no puedo hacerlo más). Sorprendedla, hacedla reír, y dejadla hablar... tiene demasiadas cosas que deciros.

No sé si llegaréis a ella algún día... mejor dicho, creo que nunca dejaréis de encontrarla.
A mi, después de diecinueve años, sigue sorprendiéndome cada día. Me enseñó tantas cosas... no sé que hubiera sido de mi sin ella. Hasta fuimos mortífagas por un día. Sin duda la mejor amiga que he podido encontrar.

Quedan bienvenidos los diecinueve años de... ¿eh?
¡Ah!... y que te quiero.